Si México se aventurara a iniciar una guerra comercial contra Estados Unidos, no duraría ni una semana. Simple y claro: México no está pre...
Si México se aventurara a iniciar una guerra comercial contra Estados Unidos, no duraría ni una semana. Simple y claro: México no está preparado para afrontar una guerra económica. No tiene los recursos, el andamiaje legal, ni el respaldo de la comunidad internacional. No cuenta con lo necesario para embarcarse en un conflicto de semejante magnitud.
Este tema surge porque algunas voces, principalmente morenistas o afines a la actual administración, han tenido el atrevimiento de afirmar no solo que México está listo para una guerra comercial, sino que incluso "tendría un 80% de posibilidades de ganarla". Y no lo digo yo, ni lo dijo Fernández Noroña: lo declaró Marcelo Ebrard, el actual secretario de Economía. ¡Santa Madre del Cielo! Y yo pensando que era un hombre inteligente...
Ayer le expuse las razones por las cuales sería un disparo en el pie que Estados Unidos impusiera aranceles a México. Hoy le explicaré por qué sería una estupidez suicida que México se enfrentara a una guerra comercial con Estados Unidos.
Es cierto que México es el principal proveedor de bienes para la Unión Americana; eso no está en discusión. Pero aún así, solo representamos el 16% de las importaciones totales de Estados Unidos. Así de simple: Estados Unidos puede sacudirse eso sin mayor problema.
Por otro lado, debido a decisiones políticas equivocadas, no solo de este gobierno sino de administraciones anteriores, nos hemos vuelto extremadamente dependientes de nuestros vecinos del norte. Por ejemplo, prohibimos el fracking, una política promovida por Morena, y consolidamos la restricción a la inversión extranjera en hidrocarburos. Gracias a estas decisiones retrógradas, México importa el 72% del gas natural que consume de Estados Unidos. Si decidiéramos entrar en una guerra comercial y Washington nos cerrara la llave del gas, adiós a la industria mexicana. Sería un desastre total, no por culpa de los estadounidenses, sino por nuestra propia incompetencia en política energética.
Lo mismo aplica al sector agroindustrial. Tras fragmentar nuestro territorio en ejidos y prohibir el uso de maíz transgénico, México dejó de ser el granero de Norteamérica para convertirse en uno de los mayores importadores de maíz a nivel mundial. Ahora dependemos de Estados Unidos para cubrir nuestras necesidades básicas. Si dejáramos de exportar aguacate, la única consecuencia sería que los estadounidenses no tendrían guacamole en el Super Bowl. Por lo demás, les daría igual.
En cambio, si Estados Unidos decidiera cortar sus exportaciones de maíz amarillo a México, la producción pecuaria colapsaría. Sin soya, trigo, carne de cerdo o lácteos, sectores completos de nuestra economía caerían en ruinas. Dependemos de Estados Unidos para el 94% de nuestra soya, el 70% de nuestro trigo, el 80% de las importaciones de carne de cerdo y el 80% de los lácteos que consumimos. Es una realidad ineludible.
Lo mismo sucede con otros sectores estratégicos. Dependemos de Estados Unidos para el 50% de los componentes automotrices, el 60% de los electrodomésticos, el 75% del gas natural, y un 50% de la gasolina y el diésel. En medicinas, equipamiento médico, productos tecnológicos e industriales, la dependencia es alarmante. Incluso en servicios financieros, entretenimiento, educación y bienes de consumo, nuestra economía está entrelazada con la de Estados Unidos.
Después de estos datos, ¿alguien realmente cree que México tiene oportunidad en una guerra comercial contra Estados Unidos? Insisto: no es posible. No ganaríamos. Es más, en una semana estaríamos de rodillas rogando que paren. Así que no haga caso a quienes sugieren semejante insensatez. Marcelo Ebrard y Fernández Noroña están completamente desquiciados.
Por último, un mensaje directo a la presidenta Claudia Sheinbaum: no escuche a esos delirantes. Esta guerra está perdida desde antes de comenzar. No se deje influenciar por quienes quieren llevar al país al borde del precipicio. Seamos sensatos.
