El PRI está muerto. Técnicamente está en la lona y debe desaparecer. A pesar de las evidencias, hay una corriente que quiere impedir que s...
El PRI está muerto.
Técnicamente está en la lona y debe desaparecer.
A pesar de las evidencias, hay una corriente que quiere impedir que se muera el PRI tal como lo conocemos. Se trata de ex gobernadores y ex legisladores del partido. La encabezan Natividad González Parás, ex gobernador de Nuevo León, José Reyes Baeza, exgobernador de Chihuahua, y la vocera de quienes quieren que todavía viva el PRI es Dulce María Sauri.
Pero, a estas alturas, ¿quién en sus cinco sentidos quiere pertenecer al PRI? ¿Qué joven con un mínimo de conciencia quiere o sueña con afiliarse al Partido Revolución Institucional?
En estricto sentido, los partidos políticos no se alimentan de las prerrogativas, sino de gente nueva para renovar sus cuadros políticos, particularmente jóvenes.
El problema del PRI es que ya se convirtió en un verbo que sirve como insulto, escarnio, broma y vilipendio. Grítele 'priista' a alguien en la calle y seguro se regresa para darle un bofetón. Nadie quiere ser priista, nadie quiere ser identificado como priista, y los únicos que podrían sentirse orgullosos de decirse priistas serían personas que ya están rozando la tercera edad.
Si eso no es suficiente, entonces remitámonos a los últimos resultados electorales. Allí la cosa es mucho peor.
El partido no llegará a su centenario, y es por ello que 'Alito' Moreno es el líder perfecto para garantizar que el PRI no apague sus cien velitas.
Alejandro Moreno demostró cómo se puede hundir, destrozar y desaparecer a un muy fuerte partido político. Es lo que necesitaba justamente el PRI para mal morir.
Por supuesto que ante esto surge la pregunta: ¿Qué debería suceder?
Pues que de las cenizas del PRI surja un nuevo partido.
Porque estamos viviendo en un México nuevo -no renovado, que quede claro-. Un México que hace política muy distinta, con un electorado completamente ajeno al que mantuvo vivo al PRI. Tenemos un partido hegemónico que se parece mucho al PRI de los setentas que ahora domina la escena, porque simple y sencillamente a punta de billetazos está haciendo que la gente ame y quiera al nuevo PRI, que es Morena.
Es urgente que surjan de surjan nuevas opciones políticas, nuevos partidos políticos, nuevas fórmulas políticas para poder hacerle frente a este Juggernaut que nos está saliendo del hocico, y el último que podría hacerle frente a este monstruo es el PRI.
También podemos decir lo mismo del PAN, y por supuesto también hubiera mencionado al PRD, si no fuera porque ya perdió el registro.
Tras el derrumbe del PRD viene el del PRI, y no tardará el PAN en unirse a esta fiesta de muertes. El pasado proceso electoral los desnudó por completo, mostrándolos como lo que son: elementos que ya no sirven para el juicio social, incapaces de hacer ver a los mexicanos que Morena está utilizando el dinero de los mexicanos para dárselo a los mexicanos y que los mexicanos, en agradecimiento, se lo devuelvan en forma de votos.
Si usted tiene una lógica más acertada sobre este asunto, por supuesto que se acepta el debate. Pero yo insisto en que el PRI ya debe de morir. Urge que muera el PRI como lo conocemos, y que de sus cenizas, o de su legado, se genere una propuesta cívica, ciudadana y novedosa que ponga en el centro a los ciudadanos y que no repita la actual fórmula de Morena de poner la dádiva por delante, que es justo el patrón de impuso, irónicamente, el viejo PRI.
¿O es que acaso los mexicanos somos tan torpes como para no construir un nuevo partido que escuche a los ciudadanos?
Por lo pronto huele muy mal. Y ese olor proviene desde hace varios años del cadáver del PRI.